Ante la tosudez la constancia, ante la crueldad del sufrimiento de su hijo y de su compañera esposa, el amor hecha acción valerosa de coger camino hasta encontrar las llaves de la libertad de su negro, como el profe le llama...
De Miguel Hernández estos versos que acompañen este feliz momento donde se hace luz su tarea de tener en libertad a Pablo Emilio:
"Para la libertad sangro, lucho, pervivo,
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos..."
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos..."
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